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Mostrando entradas de mayo, 2019

El Santito

Un hombre. La Iglesia del pueblo. El atrio, la puerta del templo, el altar. La figura del santo patrono. La capa de oro del santo. Los ojos del hombre. La mochila. El hombre robando el santo. El párroco. El hombre nervioso. El hombre tirando el santito al suelo. El santito estrellándose en el mosaico. El grito del párroco. El mercado, la gente corriendo al grito del párroco. Sacrilegio. Los fieles golpeando al hombre, Las mujeres rezando el Ave María. Un buen samaritano. Una soga. El buen samaritano colocando la soga al hombre- El hombre colgando de un árbol. La gente baja al hombre, El funeral- Los rezos. Las plañideras. El ora pro nobis. La iglesia adornada. El cielo nublado. La bendición del padre, la misa. El perdón de los pecados. La lluvia cayendo en San Pedro de los Aguados.

Clases de manejo

Siempre fui el consentido de mi padre. Soy uno de cuatro hermanos. Muy temprano mi madre nos levantaba a hacer el quehacer. Mis dos hermanas eran las encargadas de preparar el almuerzo y arreglar las habitaciones, mientras mi hermano, como era el mayor debía abrir el paso de agua para llenar los aljibes y cargar la camioneta con los productos que se producían en granja: queso, leche, mantequilla, y carne. Yo, en cambio, no hacia gran cosa. Acompañaba a mi padre al pueblo. Íbamos a cobrar a los clientes que vendían los productos de la granja. Yo iba sentado junto a él en la camioneta. A veces me dejaba jugar a que yo manejaba. Un día, estaba yo solo, tome las llaves y encendí la camioneta, esta arranco y termine atropellando a uno de los trabajadores de la granja. En aquel entonces tenía yo nueve años.

Mi vida es el futbol

Me molestan los que se quejan como señoritas por cualquier lesión.  Soy futbolista profesional en el River. Hace dos años que me lesioné. Era el juego de semifinales contra el Peñarol. Iba yo subiendo por la banda cuando Millán me dio el pase, burlé al defensa y ya enfrenté del portero llegó ese cara sucia del defensa y me estampó los tacos en la rodilla. Mi pierna se dobló en dos. Me costó creerlo si no fuera porque yo mismo lo estaba viendo. Salí del campo, quise quedarme en la banca, pero los para médicos me obligaron a ir a la enfermería. No pude ver en que terminaba el partido. Y es que el fútbol es mi vida. Tomar el balón y avanzar, dar pase, meterme hasta la casa chica, acabar ahí al portero con un disparo, escuchar el gol en las tribunas, los hinchas, los cantos. Estuve dos años en terapias. Por fin hoy juego nuevamente. Jugamos contra el Atlético. Nuevamente en semifinales. Me siento nervioso, mi rodilla me ha empezado a doler. No me importa. Jugaré hoy a cualquier precio. E

Los veinte años en la Compañía

En la compañía era costumbre premiar a sus miembros. Al cumplir estos veinte años, se les organizaba una cena, acudían ahí los más de 3,000 empleados. Se les dedicaban algunas palabras por parte del líder y se tocaba música de arpa, todo al gusto y exigencia del festejado. Al termino, a este se les hacia una interrogante, si era respondida de forma correcta seria exonerado de todo trabajo y se les premiaría con siete vírgenes; de lo contrario, eran arrojados en un acantilado en una ceremonia por demás terrible. Es importante mencionar que después de diez años ningún miembro había acertado en dicha prueba, misma que siempre era diferente. Toco el turno a Jiménez. Era este un empleado, experto hasta el hastío en la revisión de facturas y cotizaciones. Cumplió veinte años de servicios. Toco turno pues a su ceremonia de jubilación o bien a su destino atroz en las profundidades del abismo. Estaban ahí, en la ceremonia, 2898 miembros de la secta, solo habían faltado dos, uno por enfermed

Mensaje del espacio

La Comunidad Europea gastó diez años y millones de euros en aquel aparato que descifraría el mensaje recibido desde el espacio. Su funcionamiento estaba basado en descomponer el mensaje en fracciones cada vez más pequeñas de sonido, primero de un minuto, treinta segundos, quince, diez, cinco, uno, medio, una décima, una centésima. Fue tal la descomposición del sonido que los científicos se dieron cuenta que el mensaje carecía de sentido. No eran sino una serie de caracteres sin coherencia alguna. Así que desistieron de conocer su contenido. Tiempo después la comunidad científica dejo de interesarse en aquellos mensajes procedentes del espacio.

Gracias virgencita

Santa María, madre eres de Dios, se escuchaba un rezo. Eran las cinco de la mañana. Para Juan, el día apenas empezaba. Sentado de cuclillas, a sus espaldas la basílica de Guadalupe, a un lado, el cerro del Tepeyac. Por la noche había estado bebiendo. Le pedía a la virgen fuerzas para trabajar y llevar algo de comer a su familia. Término su oración. Antes de levantarse se hizo una chalupa con papel aluminio, dentro de esta puso todo el crack que le quedaba. Se la fumó. Su cuerpo se estremeció, sintió un profundo alivio. Gracias virgencita, dijo. Se levantó y escondió la pistola que llevaba en su cintura, se acomodó su camisa y el escapulario que le colgaba en el cuello. Se persignó. Era hora de empezar a trabajar.

El día en que un godín asalto el banco

Eres un oficinista, un empleado de banco, todo un godín. Te llamas González, pero todos te dicen Gonzalitos. Hombre libre, casi un esclavo. Tu traje gris a rayas, una corbata roja. Un portafolio listo para guardar todo lo que no es necesario. Un sándwich de paté y un jugo de naranja artificial. La perfecta rutina. Al menos hoy será diferente. Una pistola te acompaña. Asaltaras el banco. Este es un gran día. ¿Que podría salir mal? Te detienes en la acera. Miras a la puerta del banco. Ahí, a un paso, tu sueño. Basta de ser el mismo. Decidido tomas en tu mano la pistola. Frente a la puerta te detienes un momento. Miras ese letrero. Lo lees; Hoy es día primero. Cerrado por día feriado. Feliz día godín.

El Cuadro

—    Esta casa perteneció a una familia muy poderosa -Con voz pausada explicaba el viejo notario- Hoy mismo nos llamó a la notaria del pueblo una sobrina de la anterior dueña, ella vive ahora en Europa, y está interesada en comprar el cuadro de su tía, es un hermoso cuadro, es un retrato en óleo, una pintura que por error se incluyó en la compra venta y que cuelga de la sala de la que hoy es su casa. —¿Es acaso un cuadro famoso? —preguntó José Arango, el nuevo dueño de la casa. —No lo es en absoluto señor, pero yo le prometí que ella recuperaría la pintura. —Hizo usted muy mal licenciado. —Lo sé, confié en que usted accedería gustoso. —¿Por qué habría de hacer eso? —Ella está dispuesta a pagar mucho por el cuadro. —Eso no sucederá, la casa la compre así, el cuadro es de la casa, la casa es mía, y el cuadro me pertenece. El notario, que era un hombre viejo y sabio, se despidió como gente educada que era, antes de eso le reitero sus mas finas atenciones y dejó que el for