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Atreyu

Atreyu Tú que naciste semidios en el reino de Madaura en Africa; hijo de Menon, dios, y de Elena, humana  y hermano de Medea. Miembro de la familia real, heredero en segundo grado al reino. De formación militar, soldado por destino y teniente de las fuerzas leales al reino romano. Que por la suerte de las ninfas te han dado los poderes de Odín y , que has combatido y ganado los reinos de Hispania y sus provincias para gloria de su majestad el emperador Cesar: ¿Aceptas por esposa a Hortensia, la hija del carnicero?

Los soldados del reino

Los soldados del reino Cuenta la leyenda que los soldados del reino vestían armadura metálica color blanco que les cubría por completo. Eran las tropas imperiales. Los había exploradores, de costa, de arena, de nieve, pilotos de aviones de caza. Eran la guardia real del emperador. Siempre fueron privilegiados. Tenían buen sueldo, podían vacacionar un par de veces al año en la luna, y había quienes viajaban a júpiter a hospedarse en una de sus lunas. Todo fue bien mientras duro, que no fue por mucho tiempo. Poco después el éxito de las películas decayó, se tuvieron que despedir a soldados del imperio por miles. Algunos de ellos pudieron contratarse en compañías de seguridad privada. La compañía de cine conservó a unos cuantos para que ayudaran a checar los boletos de entrada en las salas de cine.

A la comunidad científica

A la comunidad científica Señores, me dirijo a todos ustedes. Quien hablaba era el eminente doctor Harry Johnson. Me dirijo a ustedes, prosiguió, para pedirles que detengamos el daño que le hemos hecho al planeta. Como saben todos ustedes, después de la explosión nuclear este ha sido invadido por la peste, las enfermedades y la nube radiactiva. Quienes lo escuchaban eran una selecta audiencia de eminentes científicos que se habían reunido en un auditorio destruido a las afueras de Nueva York. El techo del auditorio había desaparecido, quizá en la última contienda intercontinental. Señores, proseguía el profesor, creo firmemente que nuestro mayor temor es a las bandadas de pájaros come hombres. Todos guardaban silencio. Era cierto, nubes enormes de pajaros surcaban el cielo, y entonces nadie se atrevía a salir a las calles. El doctor se acomodó los lentes, en ese momento una parvada enorme de pájaros negros atravesó el cielo y entro por el enorme hueco que había en el techo dest

El Santito

Un hombre. La Iglesia del pueblo. El atrio, la puerta del templo, el altar. La figura del santo patrono. La capa de oro del santo. Los ojos del hombre. La mochila. El hombre robando el santo. El párroco. El hombre nervioso. El hombre tirando el santito al suelo. El santito estrellándose en el mosaico. El grito del párroco. El mercado, la gente corriendo al grito del párroco. Sacrilegio. Los fieles golpeando al hombre, Las mujeres rezando el Ave María. Un buen samaritano. Una soga. El buen samaritano colocando la soga al hombre- El hombre colgando de un árbol. La gente baja al hombre, El funeral- Los rezos. Las plañideras. El ora pro nobis. La iglesia adornada. El cielo nublado. La bendición del padre, la misa. El perdón de los pecados. La lluvia cayendo en San Pedro de los Aguados.

Clases de manejo

Siempre fui el consentido de mi padre. Soy uno de cuatro hermanos. Muy temprano mi madre nos levantaba a hacer el quehacer. Mis dos hermanas eran las encargadas de preparar el almuerzo y arreglar las habitaciones, mientras mi hermano, como era el mayor debía abrir el paso de agua para llenar los aljibes y cargar la camioneta con los productos que se producían en granja: queso, leche, mantequilla, y carne. Yo, en cambio, no hacia gran cosa. Acompañaba a mi padre al pueblo. Íbamos a cobrar a los clientes que vendían los productos de la granja. Yo iba sentado junto a él en la camioneta. A veces me dejaba jugar a que yo manejaba. Un día, estaba yo solo, tome las llaves y encendí la camioneta, esta arranco y termine atropellando a uno de los trabajadores de la granja. En aquel entonces tenía yo nueve años.

Mi vida es el futbol

Me molestan los que se quejan como señoritas por cualquier lesión.  Soy futbolista profesional en el River. Hace dos años que me lesioné. Era el juego de semifinales contra el Peñarol. Iba yo subiendo por la banda cuando Millán me dio el pase, burlé al defensa y ya enfrenté del portero llegó ese cara sucia del defensa y me estampó los tacos en la rodilla. Mi pierna se dobló en dos. Me costó creerlo si no fuera porque yo mismo lo estaba viendo. Salí del campo, quise quedarme en la banca, pero los para médicos me obligaron a ir a la enfermería. No pude ver en que terminaba el partido. Y es que el fútbol es mi vida. Tomar el balón y avanzar, dar pase, meterme hasta la casa chica, acabar ahí al portero con un disparo, escuchar el gol en las tribunas, los hinchas, los cantos. Estuve dos años en terapias. Por fin hoy juego nuevamente. Jugamos contra el Atlético. Nuevamente en semifinales. Me siento nervioso, mi rodilla me ha empezado a doler. No me importa. Jugaré hoy a cualquier precio. E

Los veinte años en la Compañía

En la compañía era costumbre premiar a sus miembros. Al cumplir estos veinte años, se les organizaba una cena, acudían ahí los más de 3,000 empleados. Se les dedicaban algunas palabras por parte del líder y se tocaba música de arpa, todo al gusto y exigencia del festejado. Al termino, a este se les hacia una interrogante, si era respondida de forma correcta seria exonerado de todo trabajo y se les premiaría con siete vírgenes; de lo contrario, eran arrojados en un acantilado en una ceremonia por demás terrible. Es importante mencionar que después de diez años ningún miembro había acertado en dicha prueba, misma que siempre era diferente. Toco el turno a Jiménez. Era este un empleado, experto hasta el hastío en la revisión de facturas y cotizaciones. Cumplió veinte años de servicios. Toco turno pues a su ceremonia de jubilación o bien a su destino atroz en las profundidades del abismo. Estaban ahí, en la ceremonia, 2898 miembros de la secta, solo habían faltado dos, uno por enfermed