A la comunidad científica


A la comunidad científica
Señores, me dirijo a todos ustedes. Quien hablaba era el eminente doctor Harry Johnson. Me dirijo a ustedes, prosiguió, para pedirles que detengamos el daño que le hemos hecho al planeta. Como saben todos ustedes, después de la explosión nuclear este ha sido invadido por la peste, las enfermedades y la nube radiactiva. Quienes lo escuchaban eran una selecta audiencia de eminentes científicos que se habían reunido en un auditorio destruido a las afueras de Nueva York. El techo del auditorio había desaparecido, quizá en la última contienda intercontinental. Señores, proseguía el profesor, creo firmemente que nuestro mayor temor es a las bandadas de pájaros come hombres. Todos guardaban silencio. Era cierto, nubes enormes de pajaros surcaban el cielo, y entonces nadie se atrevía a salir a las calles. El doctor se acomodó los lentes, en ese momento una parvada enorme de pájaros negros atravesó el cielo y entro por el enorme hueco que había en el techo destruido, los pájaros tomaron al profesor que hablaba y sin dejarlo terminar se lo llevaron consigo. Todos los asistentes aplaudieron. Creían que no había nada más atemorizante que un científico que creía tener la razón. ¿Acaso no era culpa suya toda esta destrucción?

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